sábado, 13 de enero de 2018

Aria de Giselda en "I lombardi" - Sylvia Sass

I lombardi alla prima crociata hoy en día es una obra de Verdi desconocida para la mayoría de los aficionados pero en su estreno en La Scala en 1843 el teatro estaba abarrotado, había habido enormes colas para adquirir entradas y la ópera tuvo mucho éxito; algo más conocida es Jérusalem, que no es otra cosa que el resultado de la adaptación de aquélla a la escena parisina (a la grand opéra), pero fue algo más que una mera adaptación: se utilizó otro texto que además estaba escrito en francés; hubo algunas modificaciones en el argumento, que se situaba en Toulouse y Palestina en vez de en Milán, Antioquía y Jerusalén; se estructuró en cuatro actos y, como no, se introdujo un ballet, ya sabemos que para los franceses el ballet era fundamental en la ópera ya desde los tiempos de Lully y Rameau, que es como decir desde siempre. Lo que son las cosas: la ópera volvió a los escenarios italianos, pero traducida a su propio idioma, con el título de Gerusalemme y sin ballet, pues mientras que para los franceses una ópera sin ballet era como un bocadillo sin pan,  para los italianos una ópera con ballet era como un bocata de calamares con croquetas de queso y alioli.

I lombardi pertenece al período denominado, en palabras del propio Verdi,  los "años en las galeras", enmarcado entre 1842 (Nabucco) y 1851 (Rigoletto) en los que un Verdi treintañero compuso al menos una ópera por año para cumplir sus compromisos comerciales. El argumento de I lombardi es un poco rocambolesco, nada nuevo bajo el sol en el mundo de la ópera, pero tiene su gracia, no sé si os acordáis de la serie de TV de finales de los setenta que se llamaba Soap (Enredo), que iba sobre dos familias, una rica y otra pobre, los Campbell y los Tate, unidas porque las cabezas de familia femeninas de cada una de ellas son hermanas, pues es algo parecido, sólo le faltó a Verdi meter algún personaje gay, pero eso era muy fuerte para la época. Resumirla en pocas palabras es tarea de genios así que yo haré lo que pueda: Se trata de dos hermanos que están cabreados entre ellos porque uno de ellos se había casado con la mujer que deseaban ambos y el otro había intentado matarlo y había sido desterrado, al cabo de los años el hermano desterrado vuelve con un arrepentimiento fingido para volver a intentar matarlo, pero cuando se dispone a hacerlo va y se equivoca, mata al padre de ambos, otra vez vuelve a ser desterrado. Así que Pagano, que así se llama el parricida, se marcha a Antioquía y vive como un ermitaño ayudando a los cruzados en lo que puede. En Antioquía está, prisionera, la sobrina de Pagano, Giselda, enamorada del hijo del gobernante de Antioquía, Oronte, que es musulmán. Allí acude también el hermano de Pagano y padre de Giselda, Arvino (que se reúne con Pagano y no lo reconoce), conquista la ciudad y es maldecido por su hija porque piensa que ha matado a Oronte, así que Arvino la repudia por traidora e intenta matarla, Giselda escapa y se encuentra con Oronte ¿pero no había muerto?, pues no, estaba solamente herido, lo conduce a la cabaña de su tío Pagano y allí se convierte al cristianismo antes de morir. Después, en medio de una batalla, Pagano es herido de muerte y ante su hermano confiesa su identidad y recibe el perdón antes de morir también. Resultado: dos muertos, tampoco es tanto.

A pesar de ser una ópera hoy desconocida para la mayoría de los aficionados, posee una de las arias digna de figurar en toda antología de piezas verdianas para tenor y que no lo es tanto, aria que popularizó sobre todo Carlo Bergonzi (por lo menos en mi caso pensar en este aria y aparecérseme la voz del gran Bergonzi son una misma cosa), estamos hablando de La mia letizia infondere que canta el personaje de Oronte en el segundo acto. Y en este mismo acto hay también un aria para la soprano, Giselda, que no debe pasar desapercibida: Oh madre dal cielo soccorri al mio pianto. Todavía es menos conocida que la del tenor y es lógico que así sea. Hay que decir que ninguna de las dos arias aparece en el libro Las mejores 50 arias de Verdi de Arturo Reverter (debe ser que La mia letizia infondere hacía la número 51 y no cabía, la de la soprano debía parar bastante más lejos). Ya hemos dicho que la soprano, Giselda, es la enamorada de Oronte, un joven que se convierte al cristianismo poco antes de morir y entonces lo bautizan, no veas la polémica que se montó con el arzobispo de Milán, escandalizado porque se bautizaba a un moribundo, asunto que se solucionó de forma un tanto surrealista: cambiando en otra escena las palabras "Ave María" por "Salve María". Vamos a escuchar el aria en la voz de Sylvia Sass, una soprano húngara de los años setenta que tuvo la desgracia de ser considerada un sucedáneo de Maria Callas y que hizo su debut en el Covent Garden precisamente con el papel de Giselda en 1976, cinco años después del comienzo de su carrera en Sofia.  El caso es que el aria es preciosa.

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