domingo, 15 de febrero de 2015

A propósito de "Norma" (6) - Norma. Todo por la Pasta.

Es en la sacerdotisa druida, traicionada, vengativa, desesperada, orgullosa primero, serena y abnegada después, en la que Bellini y su libretista han centrado todo el interés musical y dramático de Norma, la protagonista es la atracción principal, uno de los míticos papeles para soprano de la historia de la ópera, parangonable a los de Lucia, Violetta, Aída, Isolda, Tosca o Salome, dificilísimo; quizás, junto con el de Isolda, el de mayor prestigio, el papel con el que todas las sopranos querrían triunfar y el que confiere automáticamente a la que lo consigue la categoría de diva de su época.

Norma es sacerdotisa de Irminsul e hija de Oroveso, jefe de los druidas. Una mujer herida por cuestiones sentimentales que ve como otra mujer, que es más joven y amiga suya, puede caer en los mismos errores que ella. Se enamoró de un hombre con el que tuvo dos hijos en contra de su voto de castidad, ese hombre, procónsul romano, es enemigo de su pueblo, confiaba en escapar con él a Roma pero ve que éste ama a otra y tiene otros planes.  Estos acontecimientos la conducen a una fractura interior y, como toda fiera herida, a una reacción salvaje que, más o menos, será capaz de controlar. Esa fractura interior en realidad lo que hace es acentuarse porque Norma, desde que hace acto de aparición, ya es un personaje torturado que lleva una doble vida y está condenado a engañar. Estoy convencido de que la primera palabra de su cavatina "Casta Diva"  hace mella en su interior, creo que Bellini lo quiere hacer notar y apreciamos cierta inseguridad cuando pronuncia "casta" por primera vez, como si no se atreviera a hacerlo; por otra parte, aunque quiere convencer a su pueblo que no le conviene ir a la guerra e intenta contenerlo, en realidad está protegiendo al ser amado y buscando su paz interior. La cabaletta posterior "Ah bello a me ritorna" es un momento introspectivo, ajeno al coro que también interviene, nadie la puede escuchar. Norma está sola y, aunque acompañada, sola morirá. El papel fue escrito para ser cantado por Giuditta Pasta.

Giuditta Pasta nació en Saronno, una ciudad del norte de Italia no muy alejada de Milán, el 26 de octubre de 1797, debutó con 18 años pero alcanzó la fama en Venecia cuatro años después, consagrándose en 1821 en París con la ópera La gazza ladra de Rossini, recorrió a partir de entonces los principales centros operísticos europeos, desde Dublín hasta San Petersburgo, pasando por Londres. Milán y Viena.  Su repertorio se basó fundamentalmente en obras de Bellini, Cimarosa, Donizetti, Mayr, Mercadante, Mozart, Paccini, Paisiello y Rossini. Fue muy admirada por Stendhal, quien en su libro Vida de Rossini dedicó un capítulo entero a la cantante. Su carrera artística no fue muy longeva, aunque se retiró de la escena en 1841 su declive vocal comenzó en 1835, es posible que el mismo se debiera al hecho de que pasó de interpretar papeles de contralto a los de soprano con dificultades en la zona aguda, así, por ejemplo, Bellini para el estreno de Norma tuvo que bajar un tono la cavatina Casta Diva por petición expresa de la cantante.

La Pasta cumplía con las exigencias técnicas más severas y tenía una extensa tesitura (de mezzosoprano alcanzando la de soprano La2-Re5) que le permitía afrontar con solvencia tanto pasajes graves como ascensos al agudo, una cantante que estrenó un papel tan ligero y volátil como el de Amina en La sonambula y que en Norma tuvo que lidiar en la zona media-grave de su tesitura y ascender al agudo, con exigencias de fiato, legato, filados, agilidad y coloratura. A todo ello se unía un extraordinario ímpetu declamatorio y dominio del canto spianato (extendido), una voz que, lógicamente, no se caracterizaba por ser homogénea en todos sus registros. Es el tipo de voz que en el siglo XX, tras haber pasado por el tamiz del último Verdi, el wagnerianismo y el verismo, con la irrupción de la soprano dramática, se ha denominado soprano dramática de agilidad (Maria Callas es ejemplo en el siglo XX) y que en la primera mitad del XIX se conocía como soprano sfogato (una evolución de la contralto que tenía mucha cosistencia en centro y graves pero agudos de soprano: la Colbran, la Malibran, la Pasta son los ejemplos del momento).

A Giuditta Pasta le siguieron otras famosas cantantes de la época como la citada Maria Malibran, que también procedía de la cuerda de contralto, Giulia Grisi (la primera Adalgisa) y posteriormente Jenny Lind, Pauline Viardot, Lili Lehmann, en el siglo XX Gianninna Arangi Lombardi, Gina Cigna, Rosa Raisa, Rosa Ponselle, Maria Callas, Joan Sutherland, Montserrat Caballé, Leyla Gencer y June Anderson. 

Una voz casi imposible, arriesgada, porque lo mismo afrontaba pasajes acrobáticos típicos de una soprano ("Ah. bello a me ritorna") que momentos en los que tenía que acudir al centro y graves ("Oh, non termare, o perfido"). Los escuchamos cantados por Callas:

Ah, bello a me ritorna (Londres, 1952):




Oh, non tremare, o perfido (Milán, 1955):




Un momento de gran aliento trágico, en el que Bellini se aleja del belcantismo más puro y se introudce de lleno en el romanticismo, tiene lugar en el inicio del segundo acto: "Dormono entrambi... Teneri, teneri figli...", lo vamos a escuchar en la última representación de Norma efectuada por Maria Callas, fue en París el año 1965, el sonido no es muy bueno pero es interesante comprobar la forma en la que la griega, con una voz totalmente desgastada, afronta dramáticamente este pasaje:



Cuando hace su entrada y el drama no se ha desencadenado adopta un estilo noble, sereno, reposado, incluso estático ("Casta Diva"), para posteriormente crecer en potencia e intensidad dramática convirtiéndose en un auténtico tornado de tormento y deseo de venganza ("In mia man alfin tu sei" en este caso también con exigencias en el registro grave), tanto unos momentos como los otros deben enmarcarse en la la melodía belliana, con finura, precisión y pureza de estilo. Ahora escuchamos a Caballé:

Casta Diva (Orange, 1974)


In mia man alfin tu sei (Orange, 1974)



Pasamos ahora al final, siendo muy buena no voy a poner la mejor prestación de Caballé, a mí me gusta mucho porque apreciamos perfectamente el inmenso esfuerzo que debe hacer la soprano para sacar el papel adelante (los micrófonos estaban tan cerca que grabaron la respiración de Caballé), yo me iría directamente a partir del minuto 4:40 :




Aunque mis Normas preferidas, por orden, son Maria Callas y Montserrat Caballé, no podemos terminar esta entrada sin escuchar a la tercera de las grandes Normas del siglo XX, Joan Sutherland, que interpreta "Casta Diva" en su tonalidad original. Sutherland destierra del papel todo gesto verista o romántico:

4 comentarios:

  1. aunque mi Norma favorita siempre ha sido y será la divina Callas, la pura belleza de sonido que alcanza Sutherland en esa grabación de "casta diva" no está al alcance de nadie más, es un verdadero gozo escucharla.

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  2. Por belleza vocal prefiero a Caballé, ahora bien, como proeza, aunque la catalana también las hace, me quedo con Sutherland, sobre todo en la cabaletta. Eso sí, pasando por alto el recitativo previo, que no está muy logrado por problemas de pronunciación y dicción.

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    1. Estoy de acuerdo contigo...y voy a decir algo que igual provoca odio hacia mi persona: no me gusta la Callas...lo siento...Caballé una maravilla pero Sutherland es completa (a pesar de ese pequeño problema pronunciación dicción). Nos "vemos" en nuestra Norma.

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  3. Reconozco la exhibición de Sutherland, pero ese pequeño problema que comenta Dulce, para mi es definitivo.
    Mi Norma es Caballé.

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